domingo, 24 de mayo de 2009


Emilia estaba muy mal con la partida de Alicia. Lloraba todo el día, no se controlaba. Era realmente patético. Cara-de-Loco emulaba en carretes lo que sintió esa única vez, sin muchos resultados, pero con juerga y diversión de por medio. El perreo.
Unos ojos bellos se toparon con él. Hojas, hojarascas, nueces, montaña.
Cara-de-loco emulaba lo que sintió esa única vez, y eso lo hacia feliz. ¿Tendrá que ver con la primera escena de su vida?
Quizás la falta de experiencia es lo que le ha tocado, y gusta que así sea tocado el tema. El perreo Chacalonero.
Quizás en la calma de una pieza llena de elementos y vacía está la esencia de una vida. Quizás en una cucharita está el resumen de la existencia. Quizás el rojo sea el poder que revive a los que están más muertos que los muertos. En fin. El perreo y la piscola.
Emilia llora pero en una semana estará mejor. Irá a una disco, donde también estará Cara-de-Loco. Se encontrarán, bailarían, y unirán su carencia de Alicia con el otro, pero no se darán cuenta. Ellos no se aman. Aman el vacio que dejó Alicia, y suplen el vacio con el vacio del otro como si eso fuera Alicia.
A él le interesa la concentración, y Emilia lo hace bastante bien. No se que es lo que le interesa Emilia.
Juan Pullet, mira mientras juega a las cartas con Pablo (que es guapo verde) y Alba (idem, pero en femenino)
La Emilia está embarazada, embarazada del Vacío.
Alicia se fue, ya no está, no la podemos ver, no la puedo sentir, no la podemos oler, ya no la podemos ver vivir.

jueves, 21 de mayo de 2009

CON VICTORIA

Caer Lentamente, como lluvia
mojarse tímidamente, como sombra
Enloquecerse de amor, con mesura
Matar a Layo , con Violencia
CON VICTORIA
Caer Lentamente, como lluvia
mojarse tímidamente, como sombra
Enloquecerse de amor, con mesura
Matar a Layo , con Violencia

domingo, 17 de mayo de 2009

MARIO BENEDETTI :MUSAK

TERRIBLE NOTICIA. LA muerte de mario benedetti, uno de los grandes de la literatuna sudamericana.

homenaje, uno de los cuentos que me trae diversos recuerdos de ddiversos momentos de mi vida




A la porra. Y gangrena". Así dijo, textualmente. Un disparate. Lo de "a la porra", vaya y pase. Aunque hay modos más claros de decirlo, no te parece? Pero "y gangrena"? Estaba sentado, como siempre, en ese escritorio. Había estado escribiendo a máquina, seguramente algún comentario sobre básquetbol. Al final del campeonato siempre se hace un balance de la temporada. No sé para qué. Total, siempre se opina lo mismo: no son los jugadores los culpables, sino el técnico. Dijo: "A la porra", y yo le pregunté: "Qué dijiste, Oribe?". No porque no hubiera entendido, sino porque lo que había entendido me parecía un poco extraño. Entonces me miró, o más bien fijó la mirada, por sobre mi cabeza, en este almanaque, y pronunció el resto: "Y gangrena". A partir de ese momento, ya nadie lo pudo detener."A la porra. Y gangrena. A la porra. Y gangrena". Llamé a Peretti y él me ayudó. Entre los dos lo llevamos a la enfermería. No opuso resistencia. Transpiraba, y hasta temblaba un poco. Yo le decía: "Pero Oribe, viejo, qué te pasa?" Y él con su cantinela: "A la porra. Y gangrena". Después de quince años de trabajar juntos (bueno, vecinos por lo menos; él deportes, yo policía) una cosa así impresiona. Sobre todo que Oribe es un tipo simpático, expansivo, que siempre está contando hasta los más insignificantes pormenores de su vida. Mirá, yo creo que conozco todos los rincones de su casa, y eso que nunca he estado allí. Los conozco, nada más que por la minuciosidad de sus descripciones. Te puedo hacer un plano, si querés. Te puedo decir qué guarda su mujer en cada cajón del trinchante, dónde deja el botija la cartera del colegio y de qué color son los cepillos de dientes y dónde esconde sus libros sobre marxismo. Sabías que es bolche? Quince años de conocerlo a fondo. De repente, esto. Un golpe para todos, te aseguro. Cuando se lo contamos a Varela, se puso pálido y fue a vomitar. La impresión, sencillamente la impresión. A Lurita, la telefonista, se le llenaron los ojos de lágrimas. Y yo mismo, esa noche, no probé bocado. Podés decirme: no será la primera vez que un compañero del diario cae enfermo. Claro que no. Eso pasa todos los días. Hoy un resfrío, mañana una úlcera, pasado una nefritis, traspasado un cáncer. Uno tiene preparado el ánimo para cosas así. Pero que un tipo deje de escribir a máquina y se quede mirando un almanaque y empiece a decir: "A la porra. Y gangrena", y ya no se detenga más, eso es algo que no ha pasado nunca, al menos que yo sepa. Ahora poné atención. Vos sabés a qué atribuye Recoba la causa del trastorno? Al musak, che. Otro disparate. Cosa más inocente, imposible. Recoba dice que a él también el musak lo saca de quicio. Recoba dice que esa melodía constante, ni cercana ni lejana, a él no lo deja trabajar porque tiene la impresión de que es como una droga, un somnífero muy sutil, cuyo cometido no es precisamente adormecer el organismo sino amortiguar las reacciones mentales, la capacidad de rebeldía, la vocación de libertad, qué se yo. Tiene siempre preparado un gran discurso sobre el tema. A mí me parece una reverenda idiotez. Te diré mas. Prefiero mil veces trabajar con musak. Es tan suave. Incluso los temas violentos, como por ejemplo la Rapsodia Húngara o la Polonesa, en el musak quedan desprovistos de agresividad, y además yo creo que siempre agregan muchos violines y entonces suenan casi casi como un bolero, y esto tiene efecto de bálsamo. Uno se tranquiliza. Mirá, hay días en que llego al diario con la cabeza hecha un bombo, lleno de problemas, líos de plata, discusiones con mi mujer, preocupaciones por las malas notas de la nena, últimos avisos del Banco, y sin embargo me coloco frente al escritorio y a los cinco minutos de escuchar esa musiquita que te penetra con sus melodías dulces, a veces un poquito empalagosas, lo confieso, pero en general muy agradable, a los cinco minutos me siento poco menos que feliz, olvidado de los problemas, y trabajo, trabajo, trabajo, como un robot, ni más ni menos. Total, no hay que pensar mucho. Un crimen siempre es un crimen. Para los pasionales, por ejemplo, yo tengo mi estilo propio. No me manejo con lugares comunes ni términos gastados. Nada de cuerpo del occiso, ni de cúbito supino, ni arma homicida, ni vuelta al lugar del crimen, ni representantes de la autoridad, ni cruel impulso de un sentimiento de celos, nada de eso. Yo me manejo con metáforas. No pongo el hecho escueto, sino la imagen sugeridora. Te doy un ejemplo. Si un tipo le da a otro cinco puñaladas, yo no escribo como cualquier cronista sin vuelo: "El sujeto le propinó cinco puñaladas". Eso es demasiado fácil. Yo escribo: "Aquél prójimo le abrió tres surcos de sangre". Captás la diferencia? No sólo le añado belleza descriptiva sino que además le rebajo dos puñaladas, porque, paradójicamente, así queda más dramático, más humano. Un tipo que da cinco puñaladas es un sádico, un monstruo, pero uno que sólo asesta tres es alguien que tiene un límite, es alguien que siente el aguijón de la conciencia. Claro que yo nunca escribo "aguijón de la conciencia" sino "ansia que remuerde". Percibís el matiz? O sea que tengo mi estilo. Y el lector lo reconoce. Bueno, en ese sentido a mí el musak me ayuda. Y me he acostumbrado tanto a su presencia que cuando, por cualquier razón, no funciona, ese día el estilo se me achata, me sale sin metáfora. Te das cuenta? Yo te digo sinceramente que para mí el caso de Oribe es muy claro. De que está loco, no me cabe duda. Pero, qué lo volvió loco? A mí, qué querés que te diga, me parece que su chifladura empezó con sus lecturas marxistas. Porque antes, bastante antes de su insistencia de "A la porra, y gangrena", Oribe se fue paulatinamente desequilibrando. Entonces no me daba cuenta, pero ahora uno hace cálculos. Por ejemplo, cuando Vilma, la cronista de sociales, elucubraba una nota de compromiso sobre cualquier fiesta de beneficencia, él silbaba para adentro y decía: "Yo no soy partidario de la caridad, sino de la justicia social". Iturbide lo llamaba en broma Jota Ese, por esa manía de la justicia social. Escuchá, escuchá. Ahora empezó el musak. Hoy, ves?, está macanudo. Qué violines, che, qué violines. Una locura, arremeter contra la caridad. Decime qué de malo hacen las pitucas veteranas jugando al rummy de beneficio. Y otra cosa. Una noche, cuando yo bajaba al taller para armar mi página (como para olvidarme: fue nada menos que aquel lunes en que el bichicome de Capurro, "incalificable sujeto" escribieron mis colegas, atropelló y violó sur le cham a la cuñadita del senador Fresnedo), escuché en la escalera cómo Oribe le decía al Doctor (asombrate, al Doctor): "Lo que pasa es que usted es oligarca hasta cuando eructa". Decime un poco, eso es normal? Hoy el musak está suavecito como nunca. Debe ser en homenaje a vos. A ver si me visitás más a menudo. Jubilado y todo, pero esto, eh?, siempre te tira. Fijate en esa cadencia. Cómo va a ser la música la causa del trastorno! Escuchá ese clarinete. Es el tema de Night and Day, te acordás? Aunque pienso que no me importa reconocer o no el tema. Lo esencial es que suene. Y que te tranquilice. A vos no te tranquiliza? Claro como el agua que fue el marxismo lo que lo enloqueció. Otra vez me dijo que el deporte era una anestesia que se le daba al pueblo para que no pensara en cosas más importantes. Te parece que el fútbol es una anestesia? Escuchá esa trompeta. Así, amortiguada, parece que le suena a uno en el cerebro. Y en realidad, yo creo que suena en el cerebro. Mirá, justo aquí, donde tengo el remolino. Qué querés, yo soy un fanático del musak, y no me avergüenzo. Un fanático del musak, sí señor. Escuchá esa guitarra eléctrica. Bárbara, no? Pero qué importancia tiene que sea eléctrica o no. Un fanático del musak. Vos no? Vos no sos un fanático? Ah, no? Entonces querés que te diga una cosa? Escuchá, escuchá qué trémolo. Te digo una cosa? Andate a la porra. Eso es: a la porra. Y gangrena. A la porra. Y gangrena. A la porra. Y gangrena. A la porra. Y gangrena. A la porra. Y gangrena.

domingo, 10 de mayo de 2009

Melancolía









Sorpresivamente entré en coma, producto de la recuperación del elemento cuya materialidad es mi favorita, pero cuyo contenido, a pesar de su vital sentido, no lo es. Pero es esto último lo que sustancialmente evocó en mí aquel estado. Me inyectaron un sedante metafísico, lo que facilitó la reproducción de duendes en mi interior y exterior. Ahora nada está en su lugar, mi humor empeora, mi adolescencia suicida cobra más fuerza y las ganas de flirtear con muchachos y muchachas mucho más mayores y mucho más menores que yo. La mascarilla, la cámara, los jeans, la capucha. La barba y el guiño de ojos que me vuelve loco. Y las responsabilidades que evito y los compromisos en que me desempeño sin ganas. Descubrí que mi san Pedro se pegó un estirón. Los senos que cosecho y las posibilidades que se agotan. Lloro sin lagrimas por los hechos que ocurren pero que no son reales, solo son fricciones del cuerpo que nada tienen que ver.
Lo único que consigo con todo esto es alejarme de lo esencialmente pequeño. Que hermosa que es, y piensa que soy un estúpido. Que gallardo, pero piensa que lo hago mal. Ambos tienen razón. Me encuentro descentrado, alejado de lo que mi esencia me reclama. Pero ella está confundida con tantos duendes.
Cuando la materialidad, ese objeto, llegó a mi, trajo consigo maquiavélicas fórmulas que reviven algo del pasado que creía enterrado, pero que amo y adoro con pasión, pero que es más fuerte que la realidad. Entonces entro en conflicto con ella y nada de lo que estaba haciendo tiene una continuidad, solo estas líneas que escribo, en estos pequeños momentos de conciencia, la luz entra por la ventana del hospital.
Siento tanta melancolía que ni los arboles que se desnudan con el baño invernal son capaces de consolarme. Estoy tan profundamente triste y desolado, que ni las ratas ni las vizcachas quieren refugiarme en su indómito patio de luz nocturna. Estoy tan recio, tan dócil y manejable, que el asesino que llevo adentro me corta las manos y muñecas con libertad. Se aburre de la nula resitencia
CANCIÓN DE LA SEMANA: SALIR DE LA MELANCOLIA , DE SERU GIRAN.