martes, 3 de mayo de 2011

fragmento de mi novela

pablo:

Mi muerte tiene una justificación religiosa. Cuando deje el mundo terrenal, mi alma se reencarnará. No moriré. Solo cambiare de estado por un tiempo. No le tengo miedo al karma. Sé que mi misión en la tierra ha terminado. Espero la muerte impaciente.
Para no aburrirme estudio una carrera, voy a talleres (diversos, no concluyo ninguno) y preparo algunas obras y proyectos artísticos. Nada de relevancia. Formas vulgares de asesinar el tiempo. Las líneas de mis manos, la llamada quiromancia, no avalan mi teoría de muerte próxima, mas si la de que mi misión ha concluido, con o sin éxito, nadie podrá confirmarlo. Las líneas de mis manos me dicen que aunque he cumplido mi misión la hora de mi muerte no es próxima, que mi calidad de vida irá disminuyendo hasta perderme en una vejez aburrida. Una larga existencia sin motivación.
¿para qué esperar?
Me diluyo. Mi sien espera una bala. Mi cuerpo espera un impacto en el pavimento. Mi esófago espera veneno, o floripondio. Necesito llamar la atención. Necesito tocar fondo una vez más. Mi padecer es circunstancial. ¿Debo terminar lo que empecé? ¿Quien dice que debe ser así? ¿mis padres? ¿el estado? ¿Dios?

No hay comentarios: